La torre del reloj

La tor­re del reloj ‚(Zytturm) per­te­n­e­ce al con­jun­to de nue­ve tor­res: Nöl­li, Män­li, Lue­gis­land, Wacht, Zyt, Schirm­er, Pul­ver, Allen­win­den, Däch­li que insertadas en la mural­la for­man par­te de la for­ti­fi­ca­ción de la ciu­dad de Lucer­na. La con­s­truc­ción de esta mural­la con sus tor­res data de ent­re los sig­los XIVXVI y ade­más del carác­ter defen­si­vo, fueron eri­gi­das como sig­no de poder de la ciu­dad y Repú­b­li­ca de Lucerna.

En 1352 se men­cio­na por pri­me­ra vez en docu­ment­os ofi­ci­a­les el nombre de Musegg. Dicho nombre se deri­va de la pala­br­adel alto ale­mán medio ‑una varie­dad medieval, ances­tro del ale­mán moder­no- «musen» cuyo signi­fi­ca­do era «otear». La mural­la, tor­res y fosos con­sti­tuí­an el segun­do anil­lo de la for­ti­fi­ca­ción de la ciu­dad de Lucer­na. Las nue­ve tor­res ante­rior­men­te men­cio­na­das se levant­a­ron en el fren­te nor­te de la muralla.

Cuan­do en el sig­lo XIX las for­ti­fi­ca­cio­nes medieva­les a la oril­la izquier­da del río Reuss fueron demo­li­das, se dejó úni­ca­men­te como sig­no de atrac­ción turí­sti­ca, la mural­la y las tor­res con excep­ción de la puer­ta de Äus­se­res Weg­gis­tor. La mural­la Musegg es la for­ti­fi­ca­ción medieval más gran­de de Sui­za, se exti­en­de a lo lar­go de unos 800 metros.

La tor­re del reloj se con­struyó duran­te el sig­lo XV. La made­ra más anti­gua uti­lizada en las pla­ta­formas data del año 1403. Con pos­te­rio­ri­dad, a la tor­re se le colocó un techo a cua­t­ro agu­as en 1513, y con este mis­mo aspec­to se con­ser­va has­ta hoy en día. La tor­re cuen­ta ade­más en la facha­da sur con un fres­co de 1596 en el que dos gigan­tes sos­tie­nen la esfera del reloj. Esta tor­re es por tan­to más anti­gua que la tor­re Zyt­glog­ge de Ber­na y fue la úni­ca que no sir­vió como tor­re de defen­sa, sino que su fun­ción prin­ci­pal era la de indi­car a la pob­la­ción de la ciu­dad y a las embar­ca­cio­nes del lago, la hora exac­ta medi­an­te su cam­pa­na y su enor­me esfera. Incluso hoy en día, el reloj goza del pri­vi­le­gio de anun­ci­ar la hora un minu­to antes que el res­to de los relo­jes de las igle­si­as de la ciu­dad, ya que posee el «der­echo a la pri­me­ra campanada».

En 1579 la tor­re fue alcanzada por un rayo, unos años más tar­de, el 16 de agos­to de 1583 cayó otro rayo pero esta vez sob­re la cam­pa­na, el meca­nis­mo del reloj y la pla­ta­for­ma supe­ri­or. A pesar de la enor­me humare­da ni la tor­re ni la maqui­na­ria del reloj suf­rie­ron nin­gún deterioro.

En el sig­lo XIX y prin­ci­pi­os del XX esta tor­re fue uti­lizada par­aal­ma­ce­nar made­ras. Des­de 1978 está abier­ta al púb­li­co como mirador.

Una colección de diez relo­jes his­tóri­cos de tor­re se exhi­be en la tor­re, cin­co de ellos se encuen­tran toda­vía en fun­cio­na­mi­en­to. En esta expo­si­ción encon­tra­mos infor­mación sob­re su his­to­ria y con­s­truc­ción ya que duran­te la Edad Media la fabri­ca­ción de relo­jes de tor­re favor­ecióel des­ar­rol­lo de los relo­jes mecá­ni­cos. El relo­je­ro Jörg Spö­ring de Lucer­na, ha coleccio­na­do estos relo­jes duran­te toda su vida.

La cam­pa­na del reloj
En 1513 en la facha­da sur se hizo un aber­tu­ra en la pared para colo­car una cam­pa­na, de mane­ra que la mit­ad de la cam­pa­na qued­ara afuera, ya que la viga de roble del yugo de la cam­pa­na se apoya­ría sob­re la par­te exter­na del muro. Un teja­dil­lo sob­re dicha aber­tu­ra pro­te­ge a la cam­pa­na y al mar­til­lo de la llu­via y la nieve.

La pri­me­ra cam­pa­na de la tor­re del reloj pro­ce­de de la capil­la de San Pedro (antes igle­sia de San Pedro) ubica­da en la pla­za de la Capil­la. Su son­i­do es alto y par­ti­cu­lar­men­te bel­lo, en ella se pue­de leer la inscrip­ción en latín: «En el año de Nues­tro Señor en 1381 esta cam­pa­na fue fund­i­da, San Leo­de­gar­do rue­ga por noso­tros». En 1788 esta cam­pa­na fue tras­l­ada­da a la cole­gia­ta de San Leo­de­gar­do y ese mis­mo año en la tor­re del reloj fue susti­tui­da por una más gran­de y pesada, con un diá­me­tro de 127 cm y apro­xi­ma­damen­te una tonela­da de peso. En la par­te exter­na de esta, jun­to a una esce­na de la cru­ci­fi­xión y del escu­do de Lucer­na se encuen­tra una inscrip­ción que dice: «Don Nicolás Dür­ler actu­al maes­tro con­s­truc­tor de Lucer­na | Hein­rich Suter­meis­ter me fun­dió en el año de 1788»

Como se ha dicho ante­rior­men­te, hoy en día la cam­pa­na, al dar la hora, sue­na un minu­to antes que todas las cam­pa­nas de las igle­si­as de Lucer­na, ya que des­de 1385 el con­se­jo muni­ci­pal de la ciu­dad le otor­gó el llama­do «der­echo a la pri­me­ra cam­pa­na­da» que no es, sino tener el pri­vi­le­gio de sonar pri­me­ro por ser un reloj púb­li­co que per­te­n­e­ce a la ciudad.

Este der­echo de anun­ci­ar la hora un minu­to antes que los otros relo­jes, lo tenía antes el reloj de Hal­der de la tor­re Grag­gern pero con pos­te­rio­ri­dad le fue otor­gado al reloj de Luter en la tor­re del reloj. Este der­echo era sob­re todo un sig­no de con­ci­en­cia­ción y reforz­a­mi­en­to del poder civil fren­te a la Igle­sia: «El que retiene el tiem­po con su pro­pia mano, retiene tam­bién el poder sob­re espa­cio y la vida».

Pin­tur­as al fresco
El secre­ta­rio del Ayun­ta­mi­en­to, Die­bold Schil­ling, descri­be en su cró­ni­ca de 1511 la pri­me­ra ima­gen de las pin­tur­as al fres­co: mues­tra a dos hom­bres rojos, cada uno con un mar­til­lo para tocar la cam­pa­na, pin­ta­dos en ambos lados de la aber­tu­ra del muro, y ade­más la esfera con dos gigan­tes, los llama­dos «hom­bres sal­va­jes» o «seres de los bos­ques», que eran el sím­bo­lo de la soli­dez y la fuer­za de los sold­ados y mer­ce­na­ri­os de Lucer­na. En 1547 la tor­re fue repin­ta­da con la téc­ni­ca de pin­tura al fres­co. En 1596 Joseph Moser reno­vó el fres­co. En 1939 Karl F. Scho­bin­ger (1879 – 1951) esbo­zó la actu­al pin­tura mural. Los gigan­tes sujet­an el escu­do de Lucerna.

Scho­bin­ger fue alum­no de Fer­di­nand Hod­ler en Gine­bra. Des­de 1911 has­ta 1914 fue pro­fe­sor de pin­tura en la aca­de­mia de Arte de Bres­la­via (actu­al­men­te ciu­dad Wro­claw, Polonia).